Esto lo vi en un pagina de tendencia aria, esta interesante aunque lógico al ser ario tiene un lenguaje rasita pero en fin el articulo esta interesante.
En la mitología griega, Hiperbórea era una región situada en las tierras septentrionales aún desconocidas, al norte de Tracia. Su nombre (latín: Hyper Boreas, 'más allá de Bóreas' )? deriva precisamente de que se creía que el dios-viento Bóreas habitaba en Tracia, y los hiperbóreos, sus hijos, lo harían más al norte de este reino, en el país de Hiperbórea. Se les atribuían costumbres primitivas: Sileno, en una de sus fábulas, decía que fueron los primeros hombres en ser visitados por los habitantes de otro continente más allá del océano que, asustados por lo que se encontraron, regresaron a su país y no volvieron más.
De los hiperbóreos se decía que eran inmortales, además de ser descritos como gigantes. El dios Apolo conducía cada otoño su carro hacia esta región, que era su residencia invernal.
¡NOSOTROS NO LO CELEBRAMOS!
Por:Miguel Serrano
Introducción
En la celebración de los quinientos años del llamado "Descubrimiento de América", fui invitado a participar en el Primer Encuentro Internacional "Salud, Historia y Cultura", que se realizó en Quito, Ecuador. Se me pedía desarrollar los temas: "El rescate de la Identidad de América" y “La Historia Preincáica y el significado de Tiahuanacu". Escribí el siguiente trabajo, el que al ser editado en este pequeño folleto lo dedico a la memoria dc Hermann Wirth, autor de la monumental obra "La Aurora de la Humanidad" y fundador de la Ahnenerbe, instituto de Investigaciones muy especializado de las SS hitleristas, al pastor Jurgen Spanuth, quien lo ha arriesgado todo en la reivindicación del Mundo Hiperbóreo y al antropólogo francés que se radicara en Argentina, Profesor Jacques de Mahieu, genial y acucioso investigador de nuestra América vernácula, la de los Dioses Blancos.
Estos tres héroes de la investigación histórica, son los más grandes revisionistas al presente, por desgracia poco conocidos, pues la Gran Conspiración hace todo lo posible por ignorarlos. Conocí personalmente a estos tres investigadores, habiendo sido un gran honor para mi estrechar sus manos. A ellos dedico este trabajo y, muy especialmente, a mi gran amigo y camarada Jacques de Mahieu, con todo mi afecto y admiración sin límites, de modo que mi recuerdo pueda llegarle hasta donde el ahora se encuentre, después de haber navegado las oscuras aguas de este mundo.
En el Viejo-Nuevo Mundo
Este astro, mejor dicho esta zona o pequeñísimo punto perdido en el Universo visible, en que hoy vivimos es un misterio para el hombre actual, haya perdido la capacidad de comprender de sentir que es un misterio. Los hombres de la antigüedad si lo sabían y lo vivían; los mas antiguos de los hombres casi los primeros de este astro. Y lo recordaban mejor que todos nosotros y los de a post antigüedad. Los hombres de la piedra no pulida, los que levantaron los grandes cromlesh, los dólmenes y los menhires. Luego todo comienza a oscurecerse.
Sin embargo, donde más se palpa, se experimenta este misterio es en esta zona de la tierra llamada América del Sur, en los cordones y las cimas de los Andes, en sus valles perdidos, en sus hondonadas, hasta la misma Antártida. Yo habría deseado presentar un trabajo macizo, con mucha documentación referente a todo este mundo nuestro, que se nos ha ocultado en la historia oficial y que hoy culmina en las celebraciones del "Quinto Centenario" del pregonado "Descubrimiento de América". Aquí hay toda una farsa, creída hasta por los mismos que la sostienen, por ignorancia provocada y sostenida a través de quinientos años, precisamente.
Cinco siglos en los que sistemáticamente se han hecho desaparecer las huellas de la verdad, para, sobre esta demolición, poder edificar la mentira con que la Conspiración milenaria nos oculta la trascendencia de un origen inmenso, extraterrestre, y que se sumergiera en una catástrofe de la proto-historia, cuyos retazos y huellas sólo en el mito y la leyenda recogieran los hombres sobrevivientes de Hiperbórea, de Atlántida, de Lemuria, de Gondwana. Leyenda mito que aún sobrevivían en este mundo andino nuestro, cuando aquí arribaron los conspiradores semitas, con una religión semítica, con el único y más firme propósito de hacer desaparecer sus vestigios y sus rastros. Pido excusas porque no voy a entregar un trabajo "documentado", "científico", como hoy gustan decir, porque no he tenido tiempo suficiente para realizarlo.
Los Hiperbóreos
No hay nada de más insípido, ni más falso, que la historia oficial, edificada sobre datos espúreos, rehechos. Esta historia se denomina a sí misma "científica". Y, ¡Ay de aquel que pretenda apartarse un milímetro de ella!. Se le descalifica por "no serio", "no científico"; "un imaginativo", y se le coloca al margen del "mundo académico". Algo así ha sucedido, por ejemplo, con el pastor alemán, Júrgen Spanuth y, entre otros, con el antropólogo e investigador francés, radicado en Argentina, Jacques de Mahieu. Y eso a pesar de que ambos se ciñen estrictamente al tipo de investigación "científica", actuando sobre datos concretos de excavaciones, grafitos, esqueletos, momias, signos pétreos y alfarerías.
Conocí a ambos investigadores personalmente, y, con el profesor de Mahieu mantuve una importante correspondencia hasta su muerte. Sostiene Spanuth que la Atlántida de Platón era en verdad Hiperbórea, una isla continente, ubicada en la cercanía del Polo Norte, por donde hoy aparece Helgoland. Su capital era Basiléia, o Abalus. Habría desaparecido en una gran catástrofe, la que se halla relatada en la "Crónica de Oera-Linda", que tradujera y divulgara el profesor Hermann Wirth, fundador en Alemania del Instituto de Investigaciones especializadas de las SS, Ahnenerbe y a quien también conocí algunos años antes de su muerte. Desde el norte polar descienden los Hiperbóreos, en oleadas sucesivas, abriéndose en abanico hacía las regiones del hoy desierto del Gobi, donde fundan una grandiosa civilización, cuyos restos investigara el profesor Wirth, en Siberia.
A esto se refiere también Tilak, el político y filósofo Hindú, en su importante libro The Artic home in the Vedas, sosteniendo que es en "Los Vedas" donde se encuentran las pruebas de que los arios que conquistaron la India, es decir, Baharatha, la Tierra de los "Grandes Baharathas", de los gigantes, venían del Ártico. Mohenjo Daro y Jarapa, con bastante más de siete mil años, son fundaciones hiperbóreas tardías. En el otro extremo del abanico los hiperbóreos descienden hasta Africa, mucho antes de lo que Spanuth piensa, aunque él mismo me afirmara que la lucha entre los invasores hiperbóreos y Ramsés II, faraón egipcio, había sido una "lucha de parientes, como la de los alemanes con los ingleses". Es decir, que las primeras dinastías egipcias fueron blancas, tal vez venidas de la India, como lo asegura el Conde de Gobineau. Blancas, como las dinastías Inkas, hasta el imperio impostor de Atahualpa.
Extraño destino el de los investigadores y hombres de ciencia como Wirth, Spanuth y de Mahieu. Encuentran una línea y si la siguen firmemente de pronto se hallan con un mundo de arena movedizas y de espejismos mágicos, que ellos no buscaban y donde ya no hay hitos ni un sendero seguro. Se vuelven atrás, o tendrán que enfrentarse a un ambiente enemigo, que por todos los medios tratará de combatirlos y aniquilarlos. Es esta la "sombra negra" de la Gran Conspiración histórica. Thor Heyerdahl debió ceder y desdecirse de sus primeros descubrimientos e investigaciones en la Isla de Pascua, pudiendo así transformarse en un "investigador reconocido y de prestigio"; es decir, comenzar a ganar dinero. Lo contrario aconteció con el doctor Wirth, al perder la guerra el Tercer Reich, y con el pastor Spanuth, quien ha debido de interrumpir sus investigaciones, amenazado de perder su canonjía. Jacques de Mahieu ha muerto pobre, sin un reconocimiento oficial, ni un puesto en la Universidad de Argentina, a la que dedicara la mayor parte de su vida.
Pero el gran de Mahieu, continuó por el sendero extraño y misterioso que se abriera frente a sus pasos, sin amedrentarse, hasta el final, como un buen guerrero, espada en mano, abriéndose camino hasta donde sus solitarias fuerzas y su formación le permitieron. Fue así como al final de sus días, debió confesarme que "el Tíahuanacu Vikingo, del que él hablara, fue sólo una reconstrucción tardía de otro Tiahuanacu muy anterior". Porque de Mahieu descubrió vestigios, en piedras grabadas, de un alfabeto pre-rúnico, pudiendo sostener que los aborígenes Comechingotes, de la Sierra de Córdoba, eran los restos de los troyanos sobrevivientes, escapados y nunca hallados. Los troyanos eran descendientes de los hiperbóreos, remotamente venidos al polo ártico.
Lo que aquí estamos relatando es de una tremenda antigüedad. Europa perdió la memoria de ello con el advenimiento del cristianismo. Se le hizo perder la memoria. Y aun antes. Lo prueba Platón, que es el único que habla de la Atlántida; al menos, el único que ha sobrevivido tras el incendio intencional de la Biblioteca de Alejandría, llevado a cabo, sin dudas por la Gran Conspiración, ya que ahí los egipcios hablarían de lo mismo, y aun mas. También el navegante y alquimista, Pedro Sarmiento de Gamboa, hombre de trágico destino, en su "Historia de los Inkas", aporta conocimientos clásicos de gran importancia y que habrían servido de inspiración y guía del camino a de Mahieu, y a mí, fundamentalmente.
Huitramannland, la Tierra de los Hombres Blancos
Nuestra "memoria histórica", por así decir, no se remonta más allá de los vikingos, esos extraordinarios hombres del norte que, entre otras enormes cosas, han dado el nombre a la misma Rusia. Rus, "remeros", les llamarían los mongoles, los kasares y los eslavos; es decir, los que descendían remando el Volga, y conquistaron hasta las grandes estepas. En todas partes se perdieron, como las arenas en los grandes ríos y en el mar. En el mar de las razas de color. Salvo en un punto, en nuestra América del Sur, donde se preservan con el Imperio Incaico, como una raza divina, solar, de Dioses del Sol, en un Imperio basado en la pureza de la sangre de sus gobernantes y en una ciencia etnológica, enseñada y mantenida por los godis, (los amautas) sus sacerdotes "godos" (de Gott, Dios y "Dios bueno", Gut): los Hijos del Sol.
Decimos que hasta ellos sólo llega nuestra memoria histórica, porque es hasta allí donde persisten huellas rúnicas y de monumentos pétreos, que pudiera atribuírseles. Porque también hay un aporte vikingo que nos señala la existencia en América, en este continente dual, del norte y del sur -que así llamamos hoy- de algo anterior, que aquí existió y tal vez hizo que los vikingos vinieran. Ellos llaman a América huitramannaland: "Tierra de Hombres Blancos". Queriendo decir que, antes de ellos, ya habían hombres blancos en este continente; es más, que era la Tierra de los Blancos. Y éstos, no pueden haber sido más que los Hiperbóreos, de los que también de Mahieu ha encontrado sus señales en el más lejano sur.
Quetzalcoatl es un vikingo en México y Viracocha lo es en Tiahuanacu. Llega aquí por el año 1000 DC. Tiahuanacu, buscando raíces filológicas, danesas o norresas, quiere decir "Residencia del Dios". Antes se llamó Chucara. Se instala en la isla de Titicaca de khakha, rubio, en aimará, y cacca, en quichua. Lago de los ti: rubio. Viracocha es un nombre germano, o norrés, compuesto de verr (hombre, vir latino) y cocha, deformación indígena de Gott, Dios en germano, verr-gott, Hombre de Dios. Los Vikingos de Tiahuanacu son llamados atumanura, por los pueblos de color de la región; pareciera significar blanco y también gigante, derivado del norrés yötun. Gigantes blancos.
Y aunque los vikingos adoraban el Sol, la partícula ati (Luna) bien podría referirse a un tiempo muy anterior, de los Gigantes de la Luna que, al destruirse el Antiguo Sol, se sumergen en las montañas, o en la tierra interior, algunos de los cuales sobreviven y buscan refugio en las cordilleras de Ecuador. Sin embargo, los vikingos no son los constructores de esos monumentos grandiosos de piedra, cuyos vestigios se preservan en muros increíbles y rocas con forma humana. Esa sí ha sido una obra de gigantes, de un mundo desaparecido. Hay inscripciones en las ruinas de "Sete Cidades", (hoy en Brasil) que son los Extersteine de Sudamérica, donde un poder cósmico ha plasmado sus creaciones; o bien, hombres que eran verdaderamente Dioses.
Aquí en Chile también hay huellas de un pasado remotísimo y desconocido totalmente. En las playas de Santo Domingo aparece un enorme complejo de rocas, muchas de ellas con características tan especiales que no parecen obras de la naturaleza. Y entre ellas, un intihuatana, monolito destinado a calcular la hora, la posición del sol y del cielo, con una gran silla de piedra a su lado. Fue descubierto por el investigador aficionado, Oscar Fonck, quien se lo atribuyó a los egipcios, los que según él, habrían sido atacados por los araucanos, que los obligaron a abandonar la zona y a remontar el río Maipo, hasta la cordillera del volcán de Tingiririca, donde se encuentran hoy cavernas con extrañas pinturas rupestres.
También yo he visto allí, en esa cordillera, una enorme mano abierta, al parecer esculpida en la roca viva de los Andes y formaciones rocosas que parecen los restos de murallas ciclópeas. Un poco más al sur se encuentran terrazas con grandes pastelones de rocas, semejando baldosas pulidas a la perfección. Es en Alto Vilches, y se pudiera creer que fue una cancha de aterrizaje de la ante-historia. El complejo de rocas de Santo Domingo me ha recordado Stonehenge, por tener las mismas características, enclavado en una zona vecina al mar y de grandes vientos, lo que, al igual que en Inglaterra, hace vibrar la piedra en "estado crítico", "sonar" como una citara, facilitando quizás alguna ceremonia ritual de los godi, o de los druidas, que así lograban levitar, ellos y también la piedra. Los vimanas de piedra, de los libros sacros de la India y de sus epopeyas, como el Ramayana.
También intercambié opiniones con de Mahieu sobre Santo Domingo y las Montañas de Tingiririca, con las teorías de Fonck sobre los egipcios en Sudamérica. De Mahieu pensó que fueron los "libios rubios" (es decir, los hiperbóreos, que hasta el Africa llegaron) los que en el remoto Chile crearon el "Complejo Cultural Maipo-Rapel", remontando esas corrientes de agua, desde su desembocadura en el mar, hasta las cumbres andinas. También un mundo de gigantes. Más al sur aún de Alto Vilches, más allá de Talca, en Mulchén, un agricultor alemán, de apellido von Platte, encontró un extraño objeto mientras araba. Resultó ser una pequeña estatuilla, primorosamente labrada, de un hombre blanco y barbado, cubierto con una especie de capuchón y con la figurra del Irminsul sobre la frente. Se encuentra ahora en el Museo Metodista de Angol, donde el alemán tuvo la mala idea de entregarlo. Se ha consultado a expertos de todo el mundo y nadie ha podido dar una idea de quien lo ha esculpido, ni de quien se trata. No ha venido de afuera, pues el material es andesita, roca vernácula. Envié una foto a de Mahieu y me respondió diciendo que se trataba de un "auténtico hiperbóreo, con vestimenta de la época de Troya". "Un bebedor de hidromiel".
He tenido esta maravillosa obra de arte y de magia en mis manos y sus vibraciones nos remontan a un pasado de superhombres, cuyo mensaje estamos aún lejos de descifrar. En todo caso, nos dicen que aquí hubo un mundo de gigantes y de Dioses y que su secreto se guarda en algún misterioso recodo, o en una tierra oculta, que podría haberse salvado de la destrucción aportada a este mundo por la Gran Conspiración, tanto más grande y dañina que el hundimiento de la Atlántida; porque de ésta se guarda memoria. Y la Conspiración lo ha borrado todo. Los vikingos de Groenlandia desaparecidos de esa "Tierra Verde" (Greenland), han venido a Huitramannaland, porque esta era "su" tierra. Con el "salto de los polos", el Polo Sur sería el Polo Norte; la Antártica.
Desde América del Norte, Vinland, "Tierra de Viñas", se van corriendo al sur; desde México y desde Chichenitzá bajan hasta el fondeadero de Ilo, donde se encuentran el misterioso pueblo de los mochicas, sobre el cual ejercen gran influencia en su mitología, introduciendo el Dios Güatan, de la Tempestad, que es Wotan. Desde allí remontarán hasta Tiahuanacu, donde se encontrarían con los restos de una gran civilización ya desaparecida. En trescientos años, crean el Imperio de los Atumarunas (curiosamente, en norrés, Hatun, es gigante), reconstruyendo Tiahuanacu, cuya historia mítica, dividida en cuatro etapas, aparece en las crónicas del Inka del siglo XVI, Phelipe Güaman Poma de Ayala, que es cronista de los atumurunas O aatumarunas, como el Inka Garcilaso lo es del Imperio Incaico.
Yo sintetizaría toda esta antigua historia de nuestro mundo precolombino, por así llamarlo, en un dramático y nostálgico peregrinar de los blancos hiperbóreos, supervivientes de tantas tragedias y catástrofes, en busca de sus ancestros y del "refugio inexpugnable", replica del Paraíso Perdido, de Paradesha, de Basiléia, de Aryanabaiji, de Hiperbórea y su capital, Thule (nombre que luego aparece en innumerables lugares de Centro y Sudamérica). Y es así como ellos han encontrado un lugar secreto y seguro en lo más austral de nuestro mundo, en las vecindades del Polo Antártico, o en la misma Antártica. Tras los vikingos, vendrán los templarios, siguiendo sus huellas y las de los normandos y de sus mapas precisos del Continente, que no descubriera Colón. Y es cuando ya la atmósfera de este mundo nuestro, del Sol, de las Runas y de los Dioses-Guerreros, comienza a enrarecerse.
Sostenía de Mahieu que son los monjes templarios quienes pretenden la evangelización del Imperio de los Atumurunas de Thiahuanacu que llegaba hasta el Atlántico, a través de lo que hoy es Brasil y Paraguay, del Amazonas, habiéndose topado allí precisamente con los Extersteine de sete Cidades, construcción mucho más antigua (de los libios rubios) que lo hasta entonces conocido. Los templarios vienen también aquí en busca de algún refugio seguro, sabedores de que serán destruidos en Europa; o bien ellos mismos desean desaparecer, por haberse reencontrado con Wotan, en las cofradías "godis" de constructores de la piedra, y que serán sus arquitectos de catedrales, y con Abraxas en el Asia Menor.
De Mahieu afirma que los templarios inician la evangelización del imperio de Tiahuanacu, primero entre el elemento indígena de color, al que van a soliviantar. El interés templario, según él, es la explotación de las minas de plata y su comercio con Europa donde introducen el metal desconocido hasta entonces. Y es con sus utilidades que les es posible la construcción de las catedrales góticas medievales de este continente. Es decir monumentos odínicos de adoración a Wotan mas que a Jesucristo, según lo sabemos hoy. Su interés en introducir el cristianismo habría sido una manera de debilitar a los vikingos, para así llegar a dominar su Imperio y establecerse firmemente en un lugar de la tierra, con un Reino propio templario. De esto yo no estoy muy seguro, a pesar de que de Mahieu da pruebas de influencia templaría en las construcciones de Tiahuanacu, especialmente en la estatua llamada "El Monje", parecida a la de una catedral gótica francesa.
Junto con los normandos y también con los templarios habrían llegado predicadores irlandeses del cristianismo y, posiblemente, más de algún "marrano", o converso, cumpliendo con su misión específica a favor de la Gran Conspiración. Eran ellos la "Sombra de los Dioses blancos". Unos de esos predicadores cristianos seria el legendario y mítico Pay Sumé en Brasil y el "primer" Quetzalcoatl, en México, itzamna, a quienes se les agrega cualidades de los extraordinarios conquistadores blancos, Ullman, Viracocha y otros. Pasan a ser los "Dioses Blancos Americanos", transposición de Visigodo ("Godo Sabio"), traducción castellana de weissengott, Dios Blanco, en alemán. Luego, todo se diviniza, se transforma en mito y leyenda.
Sin duda, los templarios carecían de un fuerte espíritu racial, o racista, al parecer, no estando expuestos al peligro fatal del mestizaje con el mundo de color, por ser castos. Pero yo insisto en creer que ellos buscaban principalmente un "refugio inexpugnable", no sólo para ellos, sino, y en especial, para el Gral. Von Eschenbach nos cuenta que Parsival desaparece en dirección a Occidente, llevando el Gral, en una embarcación con la cruz templaría. Ya los templarios prefieren perder, en un mundo perdido sin remedio, dominado por la iglesia de Roma y por Jehová. Ellos se han encontrado, al final, o tal vez a mitad de camino, con Wotan y Abraxas que quizás sean uno mismo, ontológicamente interpretado.
En todo caso, el Imperio de Tiahuanacu, de los atumarunas, ya esta haciendo agua -y no del Titicaca-, pues han llegado, de algún modo, los cristianos y sus monumentos. Es el fatídico siglo XIII. Y sucede que un jefe de tropas de Coquimbo, hoy Chile, de nombre Kari, los invade y los derrota, destruyendo Tiahuanacu. He sostenido que bien pudiera haber sido algún lugarteniente vikingo, algún Jarl, por su nombre de clara connotación nórdico, que desea destruir las extrañas influencias de una religión proselitista, intolerante y antipagana, contraría al "vivir y dejar vivir". Lo consigue, y así podrá dar paso a la pronta reconquista de los "Hijos del Sol", de los vikingos sobrevivientes, los Inkas, que solo años después de la destrucción del Imperio Atumaruna, pueden restablecerlo y, sobre sus ruinas, construir esa maravilla del más puro "racismo de origen divino", que fuera el enorme Imperio de los Inkas, que apenas dura doscientos años y del que casi nada sabemos de verdad y en profundidad.
Algunos vikingos "viracochas" Kontiki-Viracocha se han embarcado, cuando la derrota, desde las costas del hoy Ecuador, hacia Tepito-o-Tenua, nuestra mal traducida Isla de Pascua (Eastern Island, Oester de Ostara, la luz Primaveral). Allí, los Dioses Blancos nos dejan la maravillosa iniciación del Manu-Tara a la que me he referido en varios de mis libros. Pero la verdadera élite de los atumarunas, la que ha permitido la derrota por Kari, como también lo hicieran los templarios por la Iglesia de Roma y, luego, los Inkas por los españoles, ha desaparecido en las Ciudades Secretas de los Andes, a la espera del Gran Tiempo de la Resurrección.
Los Inkas
En la Crónica de Oera-Linda se dice que, tras el hundimiento de Astland (Hiperbórea), los reyes-marinos, acompañados de las "Madres" (Normas) frisonas, se reparten por el mundo, llegando a fundar Atenas, entre otras ciudades clásicas. Uno de estos reyes se llamará Inka. Navega en dirección de Occidente, y no vuelve más. Es decir, el nombre de Inka es muy anterior a los Inkas, que ocho años después de la destrucción del Imperio de Tiahuanacu, de los atumaruinas, van a fundar el Nuevo, saliendo extrañamente del interior de "dos cavernas", hermanos y hermanas, como desde una "Tierra Hueca", de un misterioso refugio inexpugnable, para desposarse y procrear únicamente entre ellos.
Son blancos, son nórdicos, descendientes tal vez de esos frisones legendarios, de los mismos que la india araucana, Glaura, informante de Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, dijera descender. Garcilaso nos cuenta haber visto momias inkas rubias y de gran estatura. También son momias de gigantes blancos y rubios, dolicocéfalos, las encontradas en Paraca, (Perú), y que dieran el primer impulso a las investigaciones del Profesor de Mahieu, pudiendo transformarse en el más importante revisionista de nuestro "mundo americano". Estas momias del Perú son imposibles de ver hoy, pues han sido hechas desaparecer por la Gran Conspiración para ocultar la peligrosa verdad sobre la existencia del más exitoso Imperio Racista del mundo.
Mucho se ha escrito, sin embargo, sobre el Imperio increíble de los Inkas, sobre sus misteriosas ciudades como Machu-Pichu y el mismo Cusco, amen de las que se desconocen hasta el día de hoy y que sostengo se ocultan en lo más profundo de los volcanes de nuestro sur patagónico, con su fabuloso tesoro jamás encontrado. Cuando lo españoles llegan, el Imperio, se hallaba en decadencia y el mestizo Atahualpa había hecho asesinar a la nobleza inka de pura sangre nórdica. Pero no a todos. Pues ya los inkas más puros habían partido, a sabiendas de lo que aproximaba para el mundo pre-americano. Han encontrado nuevamente un refugio en el misterio de la Tierra Interna, en la "Tierra Hueca", como lo hiciera antes la élite de sus antepasados, los atumarunas, a la espera de otros tiempos mejores, en el Eterno Retorno de la Gran Rueda. La leyenda de la "Ciudad de los Césares" de "El Dorado", de "Elellin", de trapananda, tiene su origen en cosas reales, como lo tuvo la Troya de Homero, por tantos siglos considerada sólo mito y leyenda.
Pero hay algo sobre lo que hasta ahora no se ha hecho suficiente hincapié en la descripción y análisis del Imperio de los Inkas, como en que lo precediera en la antigua Tiahuanacu: fue un Imperio esencialmente racista y basado en la más estricta ley de selección de la sangre. Un imperio de castas, como en la India aria, regido exclusivamente por una minoría de raza blanca y nórdica, que hablaba una lengua secreta, desconocida por el pueblo y por el conglomerado de color, que ellos gobernaron. Esta lengua era el norrés, o germano, una lengua de Escandinavia, que hablaran los primeros vikingos llegados a América, y cuya escritura sagrada fuera la rúnica. Los Inkas preservan la lengua y, quizás la escritura, para comunicarse sólo entre ellos y con sus capitanes o curacas, que mantienen el orden y la administración del Gran Imperio, todos de raza más blanca y sangre más o menos pura.
Hacen desaparecer la escritura, para que no llegue al pueblo, tal como lo hicieran los arios en la India, que no escriben los Vedas por más de mil años y por las mismas razones; sólo los memorizan para las dos primeras castas de guerreros y sacerdotes. Únicamente los quipus, una especie de ejercicio mnemotécnico, escritura o recuento, con nudos, se divulga y es usada públicamente por los funcionarios y recolectores de impuestos del Imperio. También en Tepito-o~Tenua, o Isla de Pascua, hasta el día de hoy es imposible descifrar los Rongo~Rongo; las "Tablillas Parlantes", conocidas sólo por los sabios sacerdotes y los reyes que la Gran Conspiración lleva a morir como esclavos, en las minas de Perú, precisamente.
Al igual que en el Imperio Atumaruna de Tiahuanacu, enormes extensiones de tierras y de poblaciones de color son controladas por una minoría blanca, una elite racista que mantiene la pureza de su sangre, y gracias a ello, logra dominar y civilizar. Este fue el grandioso Imperio de los Inkas, un Imperio de Castas y mantenido por la Casta como lo fuera la India Védica, la Persia de Zoroastro y el Egipto de las primeras Dinastías. En el gobierno de los Atumarunas y de los Inkas hubo paz, justicia y felicidad de todos, cumpliendo cada una de sus castas con el Karma de su destino, con su propio karma con su deber cósmico y natural. Además, el imperio de los lnkas, estableció un sistema socialista de tipo germánico, como el prusiano y el del Tercer Reich donde jamás existió la usura ni la explotación de sus gobernados.
Citemos a continuación a de Mahieu:
"La ley de la sangre constituye igualmente la base del orden económico".
"En cada región, la tierra es dividida en tres partes de proporciones probablemente variables, que desconocemos. Una se atribuye al Sol es decir, a la Iglesia, otra, al Inca o sea al Estado, la tercera al ayllu que la reparte, cada año, entre familias, proporcionalmente al numero de sus miembros. Los campesinos labran, en primer lugar, las tierras del Sol y, luego, las que corresponden a los ancianos, las viudas, los enfermos y los soldados en campaña. Después, se ocupan de las que les tocan, pero la ayuda mutua es ley y, de hecho, labranza, siembra y cosecha se hacen en común. Por fin, cultivan las del Inka. La familia dispone libremente del producto de su lote y los mercados permiten cierto trueque. Las cosechas efectuadas en las tierras del Sol y del Inka sirven para asegurar la subsistencia del clero, la corte y los funcionarios.
Pero lo esencial de ellas se almacena en depósitos que se encuentran en todas las aldeas y los tampu, destinados a cubrir las necesidades imprevistas de la población, pues a ningún habitante del imperio le puede faltar lo imprescindible, y las de los extranjeros y viajeros, albergados gratuitamente en los corpahuasi. Con sus partes, la Iglesia y el Estado mantiene, además, sus innumerables sirvientes y los artesanos encargados de la construcción de los templos y palacios, de las obras públicas y del trabajo de los metales. Las mujeres indígenas hilan y tejen, durante todo el año, la lana y el algodón que les suministraban sus ayilu respectivos. Pero también reciben materia prima que proviene de los rebaños de Sol y del Inka, para transformarla en artículos de vestir, trabajo al que sólo dedican dos meses por año.
Dos meses, igualmente, consagran los artesanos de aldea a la fabricación de objetos de metal o alfarería destinados a la Iglesia o al Estado, y los jóvenes, a quienes les toca, al trabajo de las minas. El oro y la plata no tienen ningún valor mercantil, por la sencilla razón de que no existe, en el Imperio, ni el menor comercio. Estos metales preciosos, a los cuales conviene agregar el platino, entonces desconocido en Europa, sólo sirven para la decoración de templos y palacios, como también, según normas jerárquicas estrictamente codificadas, para el adorno personal. El "Servicio de Trabajo" de las mujeres, los artesanos locales y los mineros no implica, por tanto, explotación económica alguna; es un impuesto pagado como mano de obra por los ayilu y compensado por las distribuciones de víveres, ropa y objetos de uso corriente, que hacen la Iglesia y el Estado a los trabajadores y los necesitados.
Con razón, pues, se ha podido hablar de socialismo, con tal de dar a esta palabra su sentido propio, que excluye todo estatismo, es decir, todo acaparamiento capitalista por la minoría dirigente. Los impuestos, en efecto, sólo sirven para el mantenimiento de los funcionarios y la prestación de los servicios públicos. Ahora bien, éstos, aún independientemente del culto y de la guerra, son considerables. La asistencia social es más importante. Las obras públicas, incluidos los canales de riego, viene en segundo lugar. La enseñanza absorbe una parte apreciable del presupuesto.
Todos los hijos de incas y de curaca van a la escuela; en un primer momento, solamente en la capital, a partir de Inca Roca, y luego en todas las provincias, por orden de Pachacutec. A los alumnos se les enseña la mitología, la astronomía, las ciencias naturales, la lectura de los quipos y, por supuesto, la moral y el arte de la guerra. Los maestros son amautas, miembros del cuerpo de "filósofos y sabios" que mantiene el Estado. Tenemos muy poca información respecto de sus conocimientos, por la sencilla razón de que los españoles eran incapaces de exponerlos, por una falta de cultura suficiente. La medicina incaica, por ejemplo, era muy superior a la que se practicaba en Europa durante la Edad Media, y lo sabemos porque se encontraron en esqueletos rastros de trepanaciones efectuadas con éxito, sin hablar de los instrumentos quirúrgicos de bronce que han llegado hasta nosotros. Algunas poesías se han salvado, así como un drama, que demuestran un nivel literario alto. Los pocos observatorios solares que los frailes españoles no hicieron destruir, constituyen la prueba de una constante investigación en el campo de la astronomía".
Esta extraordinaria organización social y económica, nos está demostrando la falacia absoluta de los sistemas democráticos modernos, aplicados indiscriminadamente, fanáticamente, deberíamos decir, a todas las razas y pueblos de la tierra y creando -ellos si- el más aberrante sistema económico de castas, con la mayor injusticia y las riquezas en unas pocas manos, ya sea en el capitalismo, en el libre cambio, en el sistema social de mercado o en el totalitarismo marxista. Nada de esto es panacea para los pueblos de color, que hoy viven en la más degradante miseria. Qué diferencia con el régimen incaico y con el Sistema Nacionalsocialista, también con el de la India aria antigua!. Para mantener la pureza de los nórdicos blancos, los Emperadores se desposan hasta con sus hermanas, según se dice. De Mahieu cree que este es un término que no se refiere a consanguinidad tal vez si a una Orden iniciatica de los Coya. Lo cierto es que de preferencia se desposaban con las sacerdotisas sagradas las "Vírgenes del Sol", las Coya (del norrés Gydhja, de Godhi sacerdote y Godho que viene de Goth, Dios. Los Godos). Ellas son de la más pura raza y belleza nórdico-polar, en sus orígenes más antiguos.
Es así como desde Ecuador, hasta el más distante sur (yo sostengo que una selección de los inkas llegaron hasta la misma Patagonia, donde se encontraría la "entrada" a la "Ciudad de los Césares", de los Ankahuinkas, y donde yo he intentado alcanzar) se extendió un enorme Imperio Racista, gobernado por Emperadores blancos y rubios, de ojos azules, "Hijos del Sol", con generales y funcionarios, con curacas también blancos o de poco mestizaje, hombres de confianza, pero no de procedencia divina, ni "Hijos del Sol". Y hasta que el Imperio pudo mantenerse férreamente gobernado por la sangre pura (que así es divina), brilló "en forma", como sí fuera el mismo Sol.
Su decadencia viene conjuntamente con la impureza de la sangre y el mestizaje casi inevitable de una minoría, que sobresale como pequeña isla en un creciente mar de color. Y es entonces cuando llega Colón, el judío, con sus "conspiraciones" y con el sutil veneno de una religión semítica, que es una letal arma anti-pagana, pues predica la igualdad de las razas y de las sangres, levantando a los inferiores contra los superiores, como ya lo hiciera en Roma, en Grecia y en el resto de Europa. Con la decadencia de este Nuevo-Viejo mundo, se extiende a todos los rincones del planeta el drama y la catástrofe del fin de una Gran Ronda, de un Ciclo. Es el Crepúsculo de los Dioses en toda la Tierra.
La Conquista Española
En los galeones de "La Santa María", "La Pinta" y "La Niña" llegan los microbios y los virus de la Europa cristianizada, la "igualdad", la "fraternidad", etcétera. El humanismo, conjuntamente con la intolerancia, el fanatismo, la Inquisición. Todas cosas desconocidas y repugnantes al mundo pagano. Las grandes paradojas de la división, la contradicción, la dicotomía del "pecado", del "infierno" y la lepra del alma. Anticipaciones de las actuales democracias, con su tecnología racionalista. ¿Se equivocaron las "Visiones de Papan", la hermana de Moctezuma, en México, de la Princesa Sacerdotisa del Sol, esa Gydhja, pensando que era Quetzacoatl que retornaba, en lugar de Hernán Cortés?. Tal vez así lo creyera porque existió un "primer" y un "segundo" Quetzacoatl, un sacerdote cristiano en México, llamado Itzamnaque no es Ullman, el Quetzalcoatl-guerrero, así como al Imperio de las Atumarunas llega Pay Sumé, o el padre Gnupa, que no es Viracocha, Hijo del Sol, cuyo "entorno" también se ha confundido con la llegada de Francisco Pizarro.
Desde antiguo existía conocimiento en el imperio de los Atumarunas y en el de los Inkas de los fatídicos sucesos del siglo XIII en Europa, por algunos barcos normandos y por los recuerdos que los Inkas tenían del Antiguo Imperio y de sus relaciones con los templarios que ya habían sido igualmente destruidos. Es por ello que el Inka Huayna Cápac, en su lecho de muerte se dirige a sus hijos, a sus familiares, a sus curacas y capitanes y les advierte: “...muchos años ha que, por revelación de nuestro Padre el Sol, tenemos que pasados doce inkas, con sus hijos, vendrá gente nueva y no conocida en estas tierras y ganará y sujetará a su poder nuestro Imperio y a muchos otros gobiernos. Me sospecho que serán los mismos que han andado por la costa de nuestro mar. (Era Vasco Núñez de Balboa que navegará frente a las costas del Ecuador). Pocos años después de que yo me haya ido, vendrán esas gentes y someterán nuestros territorios. No podréis con ellos, porque sus armas serán más poderosas que las nuestras. Yo os mando que les obedezcáis y no les combatáis...".
Estas palabras fueron reproducidas ya por mí en "Adof Hitler: El Ultimo Avatara" y también se encuentran en de Mahieu, y creo que en Pedro Sarmiento de Gamboa, en su "Historia de los Incas". Fueron así dichas por ese inka sabio y profético a sus curacas, a sus suyri (de sir inglés, del sri sánscrito-hindú, de syna del norres –valiente- de donde deriva también sinchi, "jefe", en norres dando origen al cínche araucano y al principio del Cinche o Cinchecona, tan igual al Führer Prinzip). El inka habría sido informado por los sacerdotes amautas, del incanato, sabios que conocían el futuro por el Eterno Retorno, interpretando las estrellas. Por todo esto, el conquistador Francisco Pizarro no será combatido. Y son palabras suyas que "las gentes o pueblos de este reyno del Perú eran de color de tono cobriza y sus señores y gobernantes, hombres y mujeres, más blancos que los españoles".
Los inkas sabían del futuro de la conquista española, en adelantado y, deseando también perder (perder ahora para ganar después) tomaron las medidas para hacer desaparecer a tiempo sus elites raciales, no en la ciudad de las cumbres andinas de Machupichu, sino en los más secretos refugios de sus remotos antepasados, los hiperbóreos, los frisones, los vikingos amutarunas y los héroes gigantes, guardadores del Gral, esa Energía Solar. El verdadero "Tesoro de los Inkas", que se preserva inviolado, únicamente en "sincronismo" con la divinidad de la sangre más pura.
Sin duda, con los conquistadores españoles también llegan los restos de guerreros visigodos de la España hiperbórea, la del Cid. Es decir, germanos parientes directos de los vikingos, de los atumarunas y de los Inkas. Pero son ya los menos y se dirigen casi todos al lugar más difícil de la Conquista, a la región de Chile, o Chilli, donde un pueblo de guerreros, los Mapuches ("Hombres de la Tierra", que aman su tierra) les oponen una tremenda resistencia. Por esto la conquista de su territorio llegará a costarle a España más del doble en pérdidas de hombres que en todo el resto de las Américas. Y en cuatrocientos años de combates, continuos, aún no se logra terminar la pacificación de Arauco. Porque aquí también rige el "Principio del Jefe", de los antiguos germanos, no habiendo existido ningún inka que pidiera no combatir al invasor, o, si lo hubo, no fue escuchado.
Es la sangre frisona de los araucanos, que lleva a esa epopeya guerrera que impulsa a un visigodo español a escribir el primer poema de gesta de todas las conquistas de los visigodos en España. El poeta-guerrero, Don Alonso de Ercilla, seducido por el valor de esa gente extraña, que parece más bien germana del Tëutoburger wald o griegos de Esparta. Así escribe "La Araucana". Atuca quiere decir guerrero, precisamente. Y aucapacha, "Tiempo de Guerra". Mucho dura "ese tiempo", y aquí vienen los guerreros visigodos a combatir, en una tierra que no les ofrece mayores riquezas, fuera del combate mismo por el honor. Y la guerra por la guerra, tan amada de los godos. Es de este modo como el Emperador Felipe II podrá afirmar que Chile o chilIi, le "ha costado la flor y nata de sus Guzmanes". Es decir, de sus "hombres buenos", de sus Gutman, en alemán. Los visigodos.
Por desgracia, ellos ya no saben siquiera que son godos y que deben preservar su sangre. Se mezclan indiscriminadamente en esta América nuestra y también en Chile, con los pueblos de color, dando origen a nuestro mundo mestizo, con matices mejores o peores según las regiones. En mi país se origina un mestizaje parejo, de sólo dos componentes sexuales, el visigodo y el araucano. Y poseemos un libro extraordinario sobre el tema, "Raza Chilena", del doctor Nicolás Palacios, cuyas conclusiones me sirvieran para escribir mi libro, "El Ciclo Racial Chileno".
A esta altura de nuestra historia, de la involución americana, sí nosotros quisiéramos aplicar alguna política para la "salud de los pueblos americanos", es mi parecer que la única posible sería tratar de remontar la entropía del mestizaje, buscando la preservación de los mejores, para lo cual es imprescindible hacer de lado el mito cristiano y masónico de la igualdad y la protección de los deformes, de los tarados y mongólicos, dándole, en cambio, la preferencia a los más aptos, a los menos mezclados, a los más inteligentes, a los mejor dotados intelectual y fisicamente. Así lo he propugnado en Chile desde siempre, donde hoy, por desgracia, la fertilidad del pueblo de color y del lumpen, más la inmigración indiscriminada de orientales y judíos pronto nos irá transformando, como al resto de nuestra América, en un mosaico de razas africanas y orientales, donde el español visigodo, el inka y el vikingo atumaruna arios, como los mismos germanos llegados entre las dos guerras mundiales, no serán más que un pálido recuerdo del ayer, en el centro de un maelstrom y de un naufragio propiciados por la Gran Conspiración, destinados a la destrucción final de este planeta, para poder instaurar sobre sus ruinas el Imperio siniestro de los Sabios de Sión.
¿Qué debemos conmemorar, entonces, en los quinientos años del llamado "descubrimiento" de América?. ¿Acaso la llegada del judío Colón, que parte de las Españas justo el mismo día en que "el último judío no converso era expulsado" y que venía con la misión de destruir el postrer refugio de los hiperbóreos, para apoderarse para su "anti-raza" de las 'Ciudades Secretas" inexpugnables, donde se ocultaran los "Dioses Blancos"?.
Nosotros no lo vamos a celebrar.
Sus jesuitas intentaron destruir -y lo lograron- todas las señales y documentos del mundo desaparecido que pudieran oponerse a su cosmovisión mutilada y tendenciosa. Sin embargo aunque el judío y sus agentes buscan, aun hoy, con desesperación, las entradas al mundo secreto, al refugio de los hiperbóreos, de los inkas, de los ancestros de los inkas, de los atumarunas, de los templarios y de la élite SS de Hitler y del mismo Hitler, (que a su vez deseo "perder para ganar") ese "Paraíso Terrenal inexpugnable" donde se custodia el Gral, aún no lo encuentran ni lo encontrarán jamás. Hasta que la gran hora de la Resurrección de los Dioses llegue, justo al borde de la catástrofe final, cuando se crea todo ya perdido. Y, así, nuestra América vuelva a ser la Huitramanaland de los Vikingos, la tierra de los Hatun, de los Gigantes retornados del Antiguo Sol, de los que se preservaron petrificados en las cumbres y en las rocas andinas.
Y ésta, Nuestra Tierra sea otra vez habitada por Dioses Blancos.
sábado, 4 de abril de 2009
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El Texto es de Miguel Serrano Fernández.
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